[2003] Conocimos con Freire y Macedo que «el acto de aprender a leer y escribir debe partir de una comprensión muy amplia del acto de leer el mundo, algo que los seres humanos hacen antes de leer las palabras. Históricamente, incluso, los seres humanos cambiaron primero el mundo, proclamaron el mundo en segundo lugar y luego escribieron las palabras. Estos son momentos de la historia. Los seres humanos no empezaron a nombrar A! F! N! Empezaron por liberar la mano, comprendiendo el mundo». [Alfabetización. Lectura de la palabra y lectura de la realidad. Barcelona: Paidós, 1989].
Leímos el Primer Cuaderno de Cultura Popular, utilizado en la República de Santo Tomé y Príncipe (1980), en el que las primeras palabras que se enseñaban permitían leer el mundo de aquellos años que siguieron a la consecución de la independencia en 1975: povo/pueblo, para aludir a la colectividad y el sentimiento de pertenencia; bonito/bonito, para enfatizar la relación entre belleza y dignidad; saúde/salud, para preservar la fortaleza y la resistencia de la comunidad; unidade/unidad, para llamar a lo compartido; disciplina y trabalho/disciplina y trabajo, para expresar la necesidad del esfuerzo común y ordenado. El primer texto que el alumnado podía conformar a partir de estas primeras palabras era:
O Povo é bonito na Luta.
Com unidade, disciplina e trabalho
O Povo luta e vence.
Viva o Povo.
Debíamos encontrar nuestras propias palabras ahora que ya habíamos iniciado nuestro proceso de transformación. Creamos un espacio donde confluían seres vivos mirando y siendo mirados a través de artefactos, microscopios u otros, poniendo a prueba materiales orgánicos, cocinando sustratos, construyendo péndulos, interrogando al punto, diseñando estructuras habitables y habitando estructuras diseñadas, sometiendo a los cuerpos a determinadas condiciones de intensidad cardio-respiratoria, mimando a las microbiotas, blandiendo cuadernos de notas [analógicas y digitales], ordenando datos, aprendiendo a pensar.
¿Cómo llamaríamos a este espacio en el que podíamos provocar un fenómeno [cualquier clase de fenómeno] con el fin de analizar sus efectos o comprobar una suposición de partida y comenzar así una investigación, un acto de comprensión del mundo?
Z-O-O-C-Á-N-I-C-A es su sonido, ¡proclamamos su nombre!, ahora ya podemos escribirlo, grafiarlo. Es un espacio-laboratorio donde cada uno de sus nodos sostiene y es sostenido, interdependiente, conformando una malla de expresiones comprensivas [que comprenden y contienen].
Continuamos con Freire y Macedo, que nos desvelaban que «el dominio de la lectura y la escritura se logra a partir de palabras y temas significativos para la experiencia común de quienes se alfabetizan».
[2023] Quienes se alfabetizan sostienen y son sostenidos. ¿Sus órganos sensibles articulan ejercicios colectivos de reapropiación de la memoria? Recuerda: El centrifugado hace perder la memoria física del calcetín y es el pie el que conserva la memoria. Quienes se alfabetizan cooperativamente asumen un papel creativo y pensante ante su realidad. Se comprometen con la unidad dialéctica del trabajo de sus manos y el trabajo de su intelecto: bitácora. Emergen como nodos de expresión de lo sucedido y lo sucediendo, prospectan colectivamente lo que el futuro debería llegar a ser: labografían.